viernes, 22 de octubre de 2010

Villafranca del Bierzo, 17 de Octubre

Hoy ha sido sin duda uno de los días más bonitos del viaje. No lo dije ayer, pero al parecer, como El Bierzo está rodeado todo por montañas tiene un microclima particular. Ya al bajar desde Astorga se notaba que cada momento hacía menos frío. El relieve es también muy distinto. Está todo lleno de pequeños barrancos por donde corre mucha agua. Mientras que arriba, en Astorga y sus alrededores estaba helando, en las afueras de Ponferrada la gente paseaba en manga corta como si fuera una tarde en la vega de La Laguna. Todavía quedan en los huertos de El Bierzo tomates, pimientos y otras verduras que arriba estarían igual de tullidos que yo. La uva está aqui abajo ya vendimiada. Al salir de Ponferrada, el Camino va cruzando muchos pequeños pueblos en parte asimilados por la ciudad, sin embargo en todos ellos hay mucho ganado, especialmente vacas, cochinos y ovejas. Hay gran cantidad de frutales, algunos raros para mi como avellanos, kiwis y muchos, muchos membrillos. El olor de los membrillos es tremendo, especialmente en los árboles a los que les está dando el sol. Cruzo a solas Columbrianos, Fuentes Nuevas y Camponaraya. En todas ellas están las señoras dándole al tema vacuno. La ropa típica es una que también se usa mucho en el triángulo San Juan, La Hoya, San Pedro Arriba, es decir una batita con pantalones debajo y encima de todo, una rebeca...¡y tan a gusto que van ellas!. Lo siento Laia, no hay mucho glamour en El Bierzo. Podrías ir de misionera, jejej. Antes de salir el sol en todo el país me acompañan las urracas, tan bonitas, los cuervos y muchos mirlos. Después de Camponaraya viene Cacabelos. Hasta los nombres suenan ya a gallegos. En Cacabelos hay una feria Outlet que promete, pero no me puedo parar. Tampoco puedo pararme a ver una de las cosas más divertidas del Camino: en la iglesia de Las Angustias de Cacabelos está San Antonio de Padua jugando a las cartas con el Niño Jesús. Yo estaba frito por llevarle una foto a Ángel Bermúdez, pero estaban en misa  y no pude esperar.

Al salir de Cacabelos, el camino empieza a subir hasta la localidad de Pieros y luego Valtuilla de Arriba. Aunque se que voy a una ciudad relativamente grande, no la veo por ninguna parte. En Valtuilla hay dos bares en dos garajes. En uno está sonando "Trinidad mi trinidad, la de la Puerta Real.." y en otro "Alejandro" de Lady Gagá. Yo prefiero el primero, pero cuando me acerco me doy cuenta de que el café es de cafetera. Yo para tomar café de cafetera espero a Güímar que tengo una bien buena que me regaló Dácil hace un montón de años. El hombre del bar más moderno hablaba como un loro y me contó lo despoblado que está el pueblo. En el edificio donde ahora está el bar, se encontraba la escuela, con noventa niños. Ahora solo hay uno y va a clase a Villafranca del Bierzo. Sin embargo, el campo no está abandonado. Todo está lleno de viñas que empiezan a perder la hoja. Dos o tres grandes bodegas han comprado todo el terreno y producen vinos blancos y tintos muy buenos.

La llegada a Villafranca es como un cuento. La ciudad prácticamente no se ve. Está en un punto donde confluyen dos o tres valles y a pesar de lo apartada que está, es interesantísima. Tiene dos o tres iglesias espléndidas, sobre todo las de San Francisco y Santiago. Esta última tiene un privilegio: las personas enfermas o impedidas que crucen su puerta pueden ganar el jubileo como si estuvieran en Compostela. Además hay un castillo impecablemente restaurado que es de Cristóbal Halfter y vive en él (que lo vi en la puerta despidiendo a un amigo). No entiendo muy bien porqué esta ciudad es tan notable. Hay calles con esas casas enormes con escudos de las familias. A mi, estas cosas de las "casas solariegas" me tocan dan un poco de risa. No entiendo a la gente que se obsesiona con la genealogía. La casa donde nació mi abuelo Pedro era tan modesta que cuando él la volvió a ver, años después, el techo se había caído y dentro habían puesto un camello. Sin embargo, yo no puedo estar más orgulloso de él y de mis otros tres abuelos que todos fueron gente sin "casa solariega" y que fueron de unas islas a otras. La hospitalera del albergue me dijo que el apogeo de Villafranca fue sobre todo por el vino y la minería del carbón, pero que ahora, claro está muy en crisis. Mi menú de hoy fue lacón ahumado y un churrasquito de ternera que no estuvo nada mal. Puedo comer lo más grasiento de todos los menús que lo fulmino al día siguiente. Cuando llegue a Güímar, otro gallo me cantará. En Villafranca hay un magnolio centenario, pero no tan fantástico como el de Chacaica del Hotel Buen Retiro, aunque este pobrecito no se cuantos años más vivirá con lo mal atendido que está.

Cuando me fui a acostar, en mi habitación, una italiana que se retiraba del Camino se pegó llorando hablando con alguien por teléfono más de media hora. Tuve que ponerme en la puerta hasta que acabó el serial. Vaya coñazo.

1 comentario:

  1. Pedro, hoy estoy leyendo sobre Marilym Monroe y los amores no correspondidos que la llevaron al suicidio mediante la ingesta de una sobredosis de barbitúricos, algo realmente triste; me he acordado porque tu compañera de habitación, la italiana que nos cuentas también tiene mal de amores, enfermedad de muy difícil cura como no sea mediante la aplicación metódica de ese viejo refrán que dice que la mancha de mora con mora verde se quita. Eres inmisericorde con eso de llamar serial a lo que puede ser una auténtica novela y restriego de pasiones, que no vea tú lo lejos que se puede quedar lo de la Belén Esteban, cosa esta última que tu no sigues debido a tu alejamiento de la televisión y la vida mundana de estas últimas semanas.
    Hoy he contemplado con deleite que debido a las lluvias de estos últimos días, a la camioneta de tu padre le ha salido una planta de millo en una de las esquinas de la caja de carga. Posiblemente cuando regreses tenga la piña el tamaño adecuado para un potaje. En mi land rover está naciendo un cerrajón entre las grietas de la puerta de la caja de carga y lo voy a dejar porque me da un punto de hombre del campo que conviene a mis intereses.
    Me alegro mucho de que nos hayas informado de que San Antonio de Padua jugaba a las cartas con el niño Jesús porque queda así medio desmentida la afirmación que sostenía Enstein de que Dios no jugaba a los dados, lo cual habría que refutar sosteniendo que en Cacabelos Dios juega a las cartas, no veas lo que puede cambiar la física con ese descubrimiento que tú has hecho.
    Tuyos, Náyade y Juan Miguel, tándem.

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