viernes, 15 de octubre de 2010

Burgos, 7 de Octubre.

Hola de nuevo. Antes de comenzar, porque luego se me va la olla, gracias a todos por sus comentarios. Aunque no los conteste, los leo..o mejor dicho, me los lee Cristo por teléfono puntualmente todas las mañanas. Con Cristo estoy todo el tiempo "on line". Hablamos tanto que creo que cuando sea viejo y el alzheimer me empiece a trafegar la cabeza voy a pensar que hice este viaje con ella. Por cierto: a la atención de Luis Mesa Provencio: no soy el cura de Güímar. No se si el error del pobre chico es que piensa que el negro comelotodo que ve en casa de su abuela, devorando el chorizo de Arévalo es un sacerdote o bien cree que el que camina por estos mundos de Dios es el gomero de los bracker o el palmero de envidiable pelo rizado. Saquen a esa criatura de su error.

La salida de San Juan de Ortega, vuelve a ser durante la noche. Yo creía que al llegar al monasterio se había acabado ya el bosque de Montes de Oca, pero no es asi. Realmente los árboles continúan durante unos cuantos kilómetros más en dirección a la ciudad de Burgos, de la que se ve el resplandor antes de amanecer. Cruzando el bosque de noche, le da a uno la cagalera que debió darle a los peregrinos medievales cuando iban (y volvían) a Santiago. Por el bosque me encontré con La Filipina. La Filipina es tan masculina que tar´de días en darme cuenta de que era una chica. ¡Bien le gusta el Camino a las machonas! No se porqué, pero hay un montón. Sin embargo, mariquitas no hay muchos. Yo creo que si cruzara Granada, Córdoba, Sevilla...la cosa sería distinta. A la salida del bosque me encontré de nuevo un grupo de vacas y me di cuenta de que no había visto apenas ganado en la última semana. El primer pueblo que crucé en la ruta fue Agés. Es un núcleo pequeño, pero muy bien conservado. Está sobre la llanura de Atapuerca y se ve a lo lejos la ciudad famosa por sus huesitos. Toda esta zona tiene en los pueblos dos tipos de edificaciones: las que son pajares o para meter ganado y las verdaderas viviendas. Las viviendas suelen ser de piedra, pero las otras son de barro y madera, y como no están enfoscadas, se ve la estructura de madera, todo muy en estilo "La Bella y la Bestia" y las viviendas son sobre todo de piedra. Al salir de Agés, una madre despedía a su hija en la puerta y le decía "sobre todo relajada..". Tendría un examen. Es curioso pensar como la gente con la que te cruzas un instante, tiene una vida de la que uno no ha sabido nada justo hasta ese instante y de la que no sabrás nunca nada más. Y también que el peregrino que pasa con legañas en los ojos es lo mismo para ellos.

Por el camino me llega un mensaje de Mari Román recordándome que hoy es el día del Rosario (de cuya fiesta y pormenores estoy perfectamente informado por el tandem Juan Miguel-Náyade) y me dice que rece un rosario. Yo, como soy tan obediente y la carretera de Agés a Atapuerca es una recta, me rezo un rosario contando con los dedos de las manos. Eso si, Mari, la letanía no la hice porque igual se me iba la pinza y me cepillaba un camión.

Atapuerca está impecable, pero es un poco "parque temático". Incluso había un restaurante que se llama "Como Sapiens". No tiene desperdicio. Pasado Atapuerca hay una sierra con el mismo nombre donde tuvo lugar la batalla del mismo nombre en 1504. Cuando uno está en la sierra, a donde quiera que mire, todo son generadores electricos, "molinos" como los de Arico.

No se que pasó hoy, que todo el mundo caminaba en pelotón. Íbamos disimulados, pero como a la porfía. Cuando alguien te adelanta, te mira con una sonrisita pérfida y uno mismo, sin darse cuenta, aprieta el paso hasta que lo vuelve a adelantar. En Cerdeñuela de Rio Pico (¡vaya nombres, por Dios!) descansamos y aunque no lo noté en el momento, perdí mi segunda cartera. Si mamá, ya había perdido la primera con mi documentación y tarjetas en Nájera. Diré que todo Cerdeñuela de Rio Pico y el pueblo que le sigue, Orbanaja de Rio Pico (¡se quedaron sin fósforo!) olía a rosquillas que mareaba. También por el camino vi muchos membrillos, con la fruta justo a punto.

Antes de llegar a Burgos me llamó Maruchi Hernández y casi se me cae el brazo de lo que hablamos, ¡y lo que le saldría a ella la llamada! Hablamos de todo, ¡como ella es tan positiva después de hablar te deja como nuevo!

Pasado Orbaneja se pueden coger dos opciones, la más antigua va todo el tiempo paralela a la carretera y por eso la mayoría de la gente usa una, de trazado más moderno, pero que va por zonas más solitarias bordeando el aeropuerto de Burgos. De la historia de Burgos no digo nada porque para eso les pongo un enlace a la Wikipedia, pero claro, como fue durante tanto tiempo la sede de la Corte de Castilla, pues está llena de cosas que ver. En realidad, me sorprendí de cuantas cosas sabe uno, sin tener conciencia de la historia de esta parte del país, especialmente del Cid y sus andanzas. La catedral es algo impresionante. Parece como si no tuviera relación con el resto de los edificios que la rodean, como si hubiera estado allí de antes o hubiera caído luego del cielo. Es tremenda y hace falta al menos un día para verla bien, asi que el resto del día se me fue en ella. Durante el viaje he pensado mucho en la posibilidad de llevar en un hombro a Carmen Milagros González, para que me contara cosas de todo este arte que voy viendo y en el otro a Leo para que me dijera esos chismes históricos tan suculentos que ella sabe. Descarto la posibilidad porque aunque no son chicas gordas, con la mochila ya es suficiente.

El albergue de Burgos es una maravilla. Por cuatro euros da verguenza las comodidades que ofrece. El diseño de las camas además es el mejor que he visto en el camino porque los peregrinos no se molestan unos a otros, la cama tiene luz individual y enchufe. Por supuesto hay también cocina, comedor, lavandería, tendederos, zonas comunes y todo eso, pero realmente impecable. Creo que se construyó el año pasado y tiene seis plantas.

Estando en la Catedral por fin, comienza a llover. No es algo muy fuerte, pero me da yuyu pensar que llueva cuando mañana esté caminando. Hace días que ceno con Ana, que es de Guipuzcoa y con Nelson, que es portoriqueño. Es muy curioso como a pesar de que la mayoría de la gente camina sola, se hacen grupos para la tarde y la noche.

Burgos está lleno de esas estatuas que le gustan tanto a algunos alcaldes. De esas que representan viejas profesiones, gente normal...A mi personalmente no me gustan nunca, pero en la ciudad de Burgos llegas a tener ganas de vomitar. Vi dos cabezudos delante de San Lesmes, unos viejitos (ella haciendo croché), unos bufones medievales, un caminate como nosotros descansando en un banco, una castañera, una chica con un paraguas...en fin, un montón de atrabancos.

Y hasta aqui la ciudad de Burgos.

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