viernes, 15 de octubre de 2010

El Burgo Ranero, 12 de Octubre

Hoy me hice una etapa cortita. La verdad es que ayer llegué cansado a Sahagún. Aunque podría llegar esta noche a Mansilla de las Mulas, prefiero avanzar solo hasta El Burgo Ranero (¡vaya nombre!). La salida de Sahagún es mucho más bonita que su entrada por el lado este. Al salir se cruza un puente sobre el río y hay una enorme alameda donde al parecer tuvo lugar una batalla de Carlomagno. Unos kilómetros después de salir, me veo de repente en la línea recta. Gonzalo, que me acompañó en la salida, se quedó algo atrás y yo me alegré porque está obsesionado con el tema del robo, el pobre. Además él si que quiere llegar a Mansilla de las Mulas esta noche. Para mi, no tiene sentido adelantar por adelantar porque mi pasaje de vuelta a Tenerife está fijado, sin posibilidad de cambios, para el martes 26 de octubre.

Vuelve a ser una caminata monótona, al lado de interminables campos de mieses, unos en barbecho que no se plantarán este año y otros ya sembrados e incluso comenzando a salir las plantas de trigo o cebada. Antes de entrar en la siguiente población, Bercianos del Camino, se pasa cerca de una ermita aislada, la de Nuestra Señora de Perales. Cada mañana está un poco más fria. Cuando llegué a Bercianos y me tomé mi café y leche calentito, estaban sacando los mineros de Chile de su agujero. Yo no sabía si eran otros mineros, me parecía increíble que fueran los mismos que antes de yo salir de Tenerife.

Llegué a El Burgo Ranero poco antes de mediodía. De hecho, el albergue aún no había abierto. El albergue es un edificio también construído de adobe, como la arquitectura tradicional de por aqui, que regentan unos ingleses. No todos los albergues del Camino son llevados por españoles, ni siquiera los municipales o parroquiales. De hecho, en muchos de ellos, los hospitaleros, que son voluntarios que cuidan y mantienen el albergue son de otros países: franceses, ingleses, holandeses...En algunos casos son de grupos semireligiosos, pero en la mayoría pertenecen a las distintas asociaciones de Amigos del Camino de Santiago (de Saint James, o de Saint Jacques, etc.). El albergue no tiene precio fijo y funciona con donativos. Lamentablemente no tiene internet porque hubiera sido una tarde estupenda para escribir.

El Burgo es minúsculo. Tiene dos hileras de casas y una iglesia que no pude ver abierta. El pueblo por supuesto gana mucho con la visita de los peregrinos. Hay dos restaurantes y una pequeña tienda cuyos principales clientes somos nosotros.

Aprovechando la llegada tan temprana, descansé y lavé toda la ropa que tenía sucia (que no es mucha, cargo lo mínimo). Luego nos pasamos toda la tarde cogiendo sol. Prácticamente no hablé con nadie porque no hay muchos peregrinos españoles y con los guiris me puedo hacer entender, pero no mantener una conversación interesante. Esta noche está aqui Harry, que es irlandés y uno de los pocos que mantiene el ritmo de Lisa La Australiana (también llamada La  Jabata y La Jaca por según que grupos. Por cierto, en Carrión, ella me preguntó por Los Catalanes, que ya regresaron a casa desde Frómista. Cuando se lo dije, le dió mucha pena porque dice que eran "muy machos". Sin comentarios.

Todas las tardes me llama mi madre. Las madres viven las cosas que uno vive, sin necesidad de hacerlo. Ella se priva con nuestros viajes y nuestras cosas como si lo estuviera viviendo ella. Supongo que todas serán más o menos asi. De manera que ella tiene en la mesa del cuarto de la tele abierto por el punto por donde yo voy, la guía que me prestó Argelio Díaz e intenta memorizar los nombres de los sitios que veo. Como además tanto ella como Dácil están ahora informatizadas, lee mi blog puntualmente. Llégó tarde a la informática, pero le saca el jugo, especialmente después de los dos viajes, a Camboya y a Vietnam de Eduardo en los que aprendió a chatear.

Por fuera de El Burgo Ranero hay una gran charca con aneas, patos y ranas (de ahí le vendrá el nombre al pueblo). Los peregrinos nos pasamos la tarde dándole vuelta a la charca y viendo una incríble puesta de sol. Al frente, solo la llanura y a la derecha, las cumbres de Asturias con los Picos de Europa iluminados por el último sol de la tarde.

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