domingo, 3 de octubre de 2010

Nájera, Domingo, 3 de octubre.

Nunca creí no ir al entierro de mi padrino. Durante toda la tarde llevo dándole vueltas a lo mucho que me dió Niceto, a mi y a mis hermanos y lo poco que yo le devolví. Ni siquiera voy a poder estar en su entierro. Y me dió de todo: lo material, tanto lo pequeño: aquellas golosinas que Lula y él llevaban los domingos a El Socorro, cuando bajaban caminado a pasar el día con mis padres; o lo grande, aquella guitarra que me regaló el día de mi Confirmación, cuando me acompañó a certificar ésta fe que de una manera u otra aún conservo. Fue generoso con nosotros y con mucha gente más cuando podía y cuando no podía. Y sobre todo nos dió lo más intangible: esa forma de ver las cosas tan optimista, tan festiva, tan un poco a lo loco. Las tardes que pasamos "de excursión" en Las Bajas, en Chamoco, en Tamay con aquella sinergia tan divertida que se formaba con mi madre y con Dolores me galvanizaron frente a la depresión, contra el mal de espiritu, una botella de Mirinda y un queque eran el pasaporte para una tarde genial. Nos prepararon a mis hermanos y a mi a ver el mundo sin complejos y como si todo, absolutamente todo estuviera a nuestro alcance y tuviera solución. Arrastraba a mis padres y a todo su grupo a las aventuras más locas. Con su extraño "glamour" de cuando esa palabra ni siquiera existía sobrevivió a la asfixia de un tiempo que no era el suyo. Convirtió el hecho de tener una ensaladilla en la mesa, de estrenar una corbata, de conocer a un remoto príncipe exiliado, en una auténtica fiesta. De todo eso, de su obsesión por el servicio público en fiestas, ceremonias religiosas, por organizar cualquier tipo de cosa,  que de alguna manera hemos heredado muchos en Güímar, nunca podré estar suficientemente agradecido. De como me narró las historias de un Güímar que ya no existe hasta el punto de parecer que las viví no hay pago suficiente. Sus cuentos e historias de un tiempo gris y anodino como si  hubiera vivido en la corte de un zar se metieron en mi cerebro de niño loco y han acabado reviertiendo en un montón de cosas buenas. No es el lugar ni el momento para escribir los miles de recuerdos que miles de momentos con Niceto Alberto me regaló la vida, pero espero poderlo hacer al menos para no olvidarme yo mismo.

Hoy fui de Logroño a Nájera.

5 comentarios:

  1. Pedro, para decirte (y hacerlo en público) que en la hoja parroquial tu tocayo escribe el párrafo siguiente: "Agradecer a Pedro Damián, el esfuerzo, trabajo, ganas, ilusión y tanto empeño en preparar los tres conciertos de La Luna, en el sitio Histórico de Chinguaro, como la colaboración Cáritas Interparroquial de Güímar".
    Hoy nos hemos pensado mucho qué escribirte. Al final vamos copiar a Pedro, el párroco, y te vamos a escribir sólo dos palabras:
    "ilusión y empeño".
    Un abrazo, Náyade y Juan Miguel

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  2. Animo Pedro, queda mucho camino y mucho tiempo para recordar en el silencio del pateo.

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  3. La reflexión y el silencio es importante...Cuando te veas con ganas de seguir relatando otra vez,lo haces, pero no te desanimes... Continúa pa'lante, que todavía queda un buen trecho, y qué mejor homenaje que dedicarle esta caminata...
    Ánimo niño!!. Un abrazo.

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  4. Me ha encantado la referencia al Glamour... porque en mi recuerdo es quizás lo que más lo caracterizaba... Sí, Glamour y elegancia de la verdadera...

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