sábado, 23 de octubre de 2010

O Cebreiro, 18 de Octubre. ¡El aniversario de Enrique y Eva!

A la salida de Villafranca del Bierzo hacía hoy un frío de cagarse. Ya se que dije que esto era más templado, pero la salida natural de la ciudad hacia Galicia es a través de un valle estrecho, casi un barranco por donde baja el río Valcarce y todo el tiempo hubo mucho viento. Además del Camino de Santiago, por el valle suben hacia la provincia de Lugo una autovía y la carretera nacional. En los primeros tramos me acompañó una francesa que dijo que podía ser mi madre y era verdad. TEnía un hijo un año mayor que yo. La tía se había hecho antes del verano el tramo Le Puy-Roncesvalles, que son unos setecientos kilómetros y ahora hacía el resto, otros setecientos. Caminaba bastante más rápido que yo aunque hacía etapas más cortas. Me pareció superatractivo hacer esas cosas en la jubilación, tienes dinero, tienes tiempo, si llegas en condiciones físicas adecuadas, parece algo perfecto.

Algo más arriba de Villafranca está Pereje, después de atravesar un bosque precioso de castañeros que harían las delicias de mi hermano Enrique. El cementerio de Pereje es sombrío, pequeño y húmedo. Si me muero, que no me entierren en Pereje, por Dios. Prefiero que mis huesos se vayan secando en Salamanca, junto con los de cualquiera de mis abuelos. En Trabadelos tuve que tomar un café con leche, aunque fuera solo para calentar las manos, que las llevaba heladas. El cámarero me tuvo que abrir el sobre de azúcar porque yo no podía. En esas condiciones, orinar se convierte en algo bastante cómico. El frío en todas las partes implicadas en el proceso acaba por hacerme reir. En Trabadelos hay muchas serrerías y el aire huele a serrín. Veo en la tele los disturbios en Francia y el tiempo. Por ahora, no lloverá. Siempre por el cauce del río Valcarce se van sucediendo La Portela, Ambasmestas, Vega de Valcarce y Ruitelán. En esta zona, aunque sigue siendo León, la gente habla completamente en gallego. Todo el camino está ahora lleno de prados con vacas. A mi me encantan las vacas. Les hago fotos por un tubo. El camino por el valle de Valcarce está todo lleno de carteles corregidos. Obviamente, la administración los escribe en castellano y algún ortodoxo linguistico los tiene todos corregidos al gallego. Incluso los que están escritos para los peregrinos están modificados o tachados. Totalmente absurdo y típico de la gente que no entiende que los cambios en el territorio son graduales y que las señalizaciones son simples convencionalismos.

Voy gozando entre arroyos, castañeros y nogales hasta que llego a Herrerías (Ferrerías, por Dios!). Aqui "empiezan los peos". Perdón por la vulgaridad, pero esta expresión guimarera me encanta. Hay que subir desde unos 700 metros sobre el nivel del mar a 1300 en tan solo 8 kilómetros. Como subir La Ladera por Cueva Negra para arriba. A pesar de lo duro, el camino es muy bonito. Sin parar, me pongo en La Faba, un pueblo lleno de vacas por el centro de cuyas calles corre permanentemente un pequeño arroyo de orines de reses. Imposible no pisar alguna bosta. Todo el tiempo fui de chulito dejando peregrinos atrás. La mia se me estaba preparando. Al llegar totalmente arriba, a Laguna de Castilla, que es el último pueblo de León, me tomé una cerveza como un mundo. Burlón, esperé ver llegar a los demás peregrinos del día. Un empujón más y se llega a O Cebreiro, el primer pueblo de Lugo y por tanto de Galicia. El paisaje es una maravilla, montañas llenas de prados y bosques en los que ahora hay mucho contraste entre los helechos, que están dorados y el verde de la hierba, solo faltarían unos gaiteros tocando para recibirlo a uno al llegar. Como se que en este albergue hay mucha gente, nada más llegar al Cebreiro, me planto en el albergue y ¡sorpresa! acabo de perder de nuevo mi documentación, ¡antes de una semana!. Después de llamar al albergue de Villafranca y comprobar que no estaba allí, recordé un "ruido" en algún lugar del camino donde consulté la guía. Llamé a un taxi y le pregunté cuando me cobraba por volverme a llevar a Ruitelán, sin estar seguro si era ese sitio. Le dije al taxista: "es un lugar donde vi unas vaquitas". El hombre debió pensar que yo estaba pirado. Total, que le propuse llevarme y que yo lo avisaba cuando reconociera el sitio. Al pasar por un punto de la carretera le dije: "Aqui, aqui", me bajé y sobre un montón de estiércol estaba mi carpeta con la credencial y el carnet recién expedido en Astorga. Soy un desastre, lo se. Fui a pagarle al taxista y me dijo, "¿Como subirás?", le contesté que caminado de nuevo por la megacuesta. Le dió pena y me llevó de nuevo sin cobrarme. Cincuenta euros en el día es algo que no puedo permitirme en este viaje. Más o menos con veinte euros escapo cada día. De todos modos, el taxista resultó un hombre interesante que me contó muchas cosas de Galicia.

Todavía queda más. Me fui a misa a O Cebreiro porque es un lugar tan emblemático. Cuando estaba a punto de empezar el cura preguntó que quien quería leer. Yo me desalé por hacerlo, pero la letra era muy chica para mi presbicia asi que el cura me dijo que fuera a por las gafas. Me pegué una carrera hasta el albergue y las traje, pero de tanto que corrí, me asfixié. Cuando llegué, ya era el momento de la lectura y la leí como un asmático. La gente me miraba con pena.

La subida de O Cebreiro es tan tremenda que te saca todo lo que tengas pendiente. Yo me di un talegazo hace dos años en mi caminata diaria hacia El Puertito y hoy me duele la rodilla donde me di ese día. Mi abuela Nico decía que a ella le dolían las rodillas porque nunca había comido mantequilla, que ella debía ver como una especie de Tres En Uno. Se daba corcova de camello, que era una cosa asquerosa que vendía mi abuelo Pedro y que no era sino la grasa de la peta de los camellos. Todavía hace poco la he visto a vender en algunos bares de Taco.

O Cebreiro es chiquitito y frío como Teno Alto asi que se propicia otra noche de palique con los demás peregrinos. La cena, caldo gallego y huevos fritos con lacón, riquísimos, me la sirvió uno de aqui que se enamoró un tiempo de una canariona y vivió en Las Palmas. Muchos gallegos vivieron allí y ahora están de nuevo aqui.

Hoy es el día que se casaron mi hermano Enrique y Eva. Como antes, cuando se dedicaban canciones en La Ronda (tu de eso no te acuerdas, ¿verdad María José?) yo los felicito con esta, que me encanta sobre todo por la complicidad entre los dos cantantes (pobre Martin Gaye, que luego su padre le dio un tiro), Felicidades, pollos


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