lunes, 15 de octubre de 2012

7 de octubre. Villafranca de Los Barros-Torremejía

Antes de salir de Villafranca busco por todos lados un sitio donde desayunar. Es increíble los pocos sitios que están abiertos antes de las ocho. Al final, hoy si encuentro, en un bar que parece una biblioteca porque cada feligrés está atento a su periódico y apenas saluda al entrar. Con un cafecito en el cuerpo, se lanza uno al camino con más entusiasmo. A la salida de Villafranca, me apaña Pete pero no tengo yo el cuerpo para peos y esfuerzos en hablar inglés, asi que me invento excusas para quedarme atrás.

En este trayecto, la Vía de la Plata es una raya prácticamente recta con un único paisaje durante más de veintisiete kilómetros: viñas y viñas y más viñas. Es como el mar, como además no hay prácticamente relieve, hasta donde da la vista solo se ven millones de cepas que ya están vendimiadas y que empiezan a cambiar de color.

A ratos, aparece alguna pequeña finca de olivos. Hoy, será porque es fiesta, hay mucha gente cogiendo aceitunas. Me explican luego, por la noche en Torremejía que se cogen las aceitunas de dos veces. Esto que están cogiendo ahora es el "verdeo" que se tiene que hacer a mano y por eso es más costoso. Luego se coge el resto, con máquinas cuando ya la aceituna está negra. Se ven por todos lados pick-ups con sus escaleras que tienen entre las patas una tela mosquitera para las aceitunas que caen al suelo y en muchos casos, remolques para cargar las olivas. Casi todos los que recogen son extranjeros.

Por el camino me adelanta un grupo de siete que van como ciscos. No llevan mochila y eso influye. Es divertido observar el ritmito de la gente cuando camina. Los hay apurados, que juntan un paso con otro y hasta arrastran un poquito la patita de tan acelerados. Hay otros que resoplan y apoyan el peso en un pie, antes de pasar al otro. Yo también tengo mi estilito. Apachorrado, por supuesto. En el grupo de los apurados va una canaria. Solo de paso se reconoce su acento. Luego me dijo que era gomera. Ellos están haciendo la Vía de la Plata por tramos. CAda año caminan una semana.

Es muy aburrido este tramo. De lejos se ve Almendralejo, que es una ciudad grande aunque sin mucho interés. No lo he dicho aún, pero el nombre de Vía de la Plata no tiene absolutamente nada que ver con la plata. El camino lo hicieron los romanos para unir Sevilla y Astorga y para ellos fue la unión de sus calzadas XXIII y XXIV. Cuando siglos después la península fue árabe, éstos le dieron el nombre de Al B'lata que en su idioma quería decir simplemente "El Camino". Después de que los reyes del norte desplazaran a los musulmanes, se prudujo la confusión entre las palabras quedando para siempre el nombre vinculado al del metal con el que no tiene nada que ver.

La llegada a Torremejía es bastante decepcionante. La ciudad es ínfima y además bastante fea. Por otra parte, Pete me está esperando a las puertas de Torremejía comiendose una manzana y yo estoy cansado y no me apetece hablar inglés. En las afueras de Torremejía hay una cooperativa en donde hay un montón de gente pesando en una báscula, como la que había en el Fielato, las aceitunas que han cogido hoy. De paso por la carretera que cruza el pueblo, hay un montón de bares horribles. Sin embargo, de uno, nos dan un grito para que no vayamos al albergue Roja Plata, que es donde decía el Pete que debíamos quedarnos. ¡Gracias a Dios! El otro albergue es un antiguo palacio de la familia Mexía, precioso y muy bien  restaurado, con mobiliario e iluminación moderna, el más bonito que he visto hasta ahora. Además, los albergues públicos siempre son más baratos y suelen incluir el desayuno.  El hospitalero es gilipollas, eso si. Cuando me siento delante de él para pagarle y que me selle la credencial, la silla que es de ruedas , se resbala y me caigo de culo al suelo con mochila y todo. Sin hacer ni el más mínimo gesto para ayudarme, me dice que ya se han caído un montón de personas. YO le digo si no será hora de irle quitando las rueditas a al jodida silla.

El palacio, que es barroco está pegado a una iglesia, que fue la capilla de los Mexía y hoy es la parroquia del pueblo. En la pared del palacio, empotrados como por chulería, los constructores pusieron unos bustos romanos. Es domingo y una vez que uno se ducha y lava la ropa del día, hay poco que hacer en Torremejía. En realidad, se aburre uno un poco en Torremejía. El holandés no para de hablar y a mi no me apetece hablar en inglés. Por suerte, llega una tercera peregrina, que es danesa y se enrollan a hablar. Al final, nos vamos los tres a cenar. Yo pongo el piloto automático y les digo que si a todo. Una de las veces, hablando de lo mal que se duerme cuando uno está tan cansado, ella me preguntó si usaba pastillas para dormir y yo, creyendo que me preguntaba si traía esterilla para debajo del saco le dije que no, "que la había cargado todo el CAmino Francés para no usarla y que por eso esta vez no la había traído". Ella se quedó como pensando en cuanto pesaban las pastillas para dormir en España.



Lo más divertido es que en el interior del bar jugaban un partido el REal Madrid y el Barcelona. En un bar estaban los aficionados al Madrid y en el de enfrente, los del otro equipo. Era divertidísimo. Me hubiera gustado que me gustara el fútbol para meterme alli a gritar. Intenté hacerles una foto, pero me pareció que me iban a ver y no les haría gracia. La guiri solo cenó ensalada y nosotros comimos secreto ibérico. Cuando ya habíamos cenado, vino en guagua desde Sevilla la hermana de la guiri, que es igual de flaca y de "saboría" que la que ya teníamos aqui.

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